Atrapar a uno cerrándole el paso; cogerlo ENTRE la espada y la pared, a veces para ejercer una acción violenta, en otras ocasiones creando una enojosa situación social. (Un isleño puede llevar prisa: no es corriente, pero sí es posible. Si en una de estas circunstancias excepcionales se tropieza en la calle con un latoso adhesivo, uno de estos ciudadanos que se pegan como lapas del atosigado tiempo del prójimo, trabados en una conversación banal e impávidos ante la destemplada inquietud, así como "de moscas de caballo", de su víctima, ésta dirá al cabo, explicando con cierta irritación su tardanza: "Me atabicó Fulano en la esquina... que si no lo dejo con la palabra en la boca, allí me coge la noche". También se atabica a un enemigo cuando se lo espera al acecho, para castigarlo, en lugar sin retirada).
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