Acompañado de los adverbios arriba y atrás, se usa en el sentido de hostigar, perseguir, acometer. (En tiempos dijéramos más matones podían tropezarse, bajo la alta noche, dos grupos rivales de pollos en serenata. Casi siempre había pendencia, llamada en el país componte o mojo con morena. Al día siguiente podía oírse a uno de los bizarros rondadores este detalle, en el relato del lance: "Les cogimos el lomo hasta hacerlos salir a espetaperros, y luego les caímos arriba -o atrás-, dándoles una corrida en pelo." En la macha y tirajanera fiesta de Santiago el Chico, el labrado a punta de navaja y que se apareció en medio de los pinos de Tunte, uno de los muchos rufos que acudían sacaba su cuchillo grande de la VAINA de cuero de res para meterlo en otra de cuero de cristiano. Después de la sangría, que en ocasiones era definitiva, se tiraba al monte. Los civiles le caían atrás. A veces lo trincaban; a veces, no. Si el sangrador andaba listo cogía jilo para La Habana u otros puntos del ancho tragadero americano de hombres y de memorias. Y ni los polvos. Caer como un corta-capotes.
¿QUIERES COMPARTIR ESTE CONTENIDO EN REDES SOCIALES?
Acepta las cookies "SOCIALES" desde AQUÍ

Dejanos un comentario