Caracol de tierra, el de forma de babosa, con cuatro cuernecillos y su casa -una concha en espiral de color blanquecino- a cuestas. Se aplica también a las personas revejidas y a las de menguada complexión o mala pinta. (El chuchango, cocido en un caldo de aliño tirando a rabioso, pues le cargan la mano a la pimienta llamada en el país "de la mala palabra", es TAPA y hasta plato muy "goloso". Con cualquiera de los vinitos de la tierra es enyesque de los que mandan las peras a la plaza. Sin embargo, no le gustaban al exquisito arcediano isleño don José de Viera y Clavijo. En el artículo correspondiente de su Diccionario de Historia Natural, él se decide a decir: "Sabido es el uso que se hace de los caracoles, llamados en Canarias "chuchangos", enlas mesas de los aficionados a este plato, cuya salsa, como dice el adagio, puede valer más". Al estudiar "chuch", "raíz de significados varios, de creación expresiva y en parte onomatopéyica", el profesor Corominas señala que "chuchar" equi- vale en portugués y en gallego a "chupar, sorber, mamar". Se inclina el gran lingüista por la creencia en el carácter onomatopéyico. Sabido es que los caracoles o chuchangos suelen sorberse al cabo de sacar su carne para gustar del caldillo vivo en que se los cuece. El ruido inevitable y característico de esa succión parece explicar el vocablo isleño).
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