Publicado el 15-04-2022 08:49

Felipe García Landín nos traslada un pensamiento a debatir, el habla canaria se extingue. Son muchas las voces entre asociaciones, profesionales o personas de a pie donde piensan y ven que el léxico canario palidece ante las nuevas tecnologías y su argot cada vez más corto y pobre en vocabulario. 


 

La extinción del habla canaria 

Felipe García Landín

En defensa del habla canaria (Anroart ediciones, 2006) Marcial Morera, filólogo y académico de número de la Academia Canaria de la Lengua, aboga a favor del patrimonio léxico de Canarias, la vigencia del vocabulario canario y su uso en la escuela, en la literatura y en los medios de comunicación. Manifestarse en defensa del habla canaria supone sostener el artículo 3.3 de Constitución Española que afirma que la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España <<es un patrimonio cultural>> que debe ser respetado y protegido. En este sentido, varias organizaciones sociales de las islas agrupadas en la Federación Canarias Unida han manifestado su preocupación por el estado actual del español de Canarias. Promueven un manifiesto en el que afirman categóricamente que << en Canarias todas sus instituciones, Academia Canaria de La Lengua incluida, asisten impasibles a la extinción del habla canaria>>. Y advierten que, si no se actúa, el español hablado en Canarias terminará desapareciendo. Recuerdo que, a finales de los setenta del siglo pasado, hace más de cuarenta años, ya se escuchaban voces de alerta entre el profesorado de lengua castellana. Si entonces era una preocupación ahora es un problema. Hablar canario entre muchos jóvenes -- bien lo sabe el profesorado-- no tiene prestigio. Por ejemplo, a la hora de una exposición pública manejan la segunda persona del plural al igual que en la escritura pues entienden que da autoridad. Y cuando se les explica que es un error, algunos de esos jóvenes esgrimen en su defensa que hablan como quieren porque entienden que es su libertad individual. Renuncian así a comunicarse dignamente con los demás. También gente adulta nos hace sentir vergüenza ajena cuando intentan hablar como los castellanos de las Castillas ocultando el seseo característico de más del 90% de los hispanoparlantes. La <<aversión a lo propio>> tiene su neologismo, endofobia. Se sobrevalora lo extraño y lo foráneo empezando por el habla, pero también sucede en el arte, la literatura, la música, la ciencia, la tecnología, el folclore, el deporte... Se menosprecia o se infravalora lo nuestro y se le da un mayor valor a lo ajeno del que en muchos casos realmente tiene. No disponemos de muchas encuestas – en el recuerdo José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández -- sobre el estado del español hablado en las islas, sobre el uso doméstico, en espacios públicos y sobre el grado de conocimiento y valoración a día de hoy.

Lo cierto es que todavía circula la idea de que los canarios hablan mal frente a los mesetarios de Castilla a pesar del empeño de la ACL, institución esta que tiene por finalidad prestigiar el habla canaria. Lo hace mediante publicaciones, investigaciones, cursos y conferencias que llegan al profesorado y alumnado, pero también al público en general. Se asemeja mucho a lo que Pedro Lezcano pensaba   que debiera ser la Academia:  <<un taller donde se forje el ser isleño>> y se defina su esencia. Por cierto, nuestro poeta sabía muy bien que el lenguaje es el contenedor de nuestra historia puesto que <<en él está todo lo que hemos sido y lo que somos>>. En él están las palabras de los primeros habitantes del Archipiélago y muchas de esas palabras perviven y las utilizamos diariamente, están los portuguesismos, los americanismos o los anglicismos. ¿Qué sería de nosotros sin el gofio, el baifo o la sabiduría del mago que cultiva la tierra? ¿Cómo hubiera sido la vida sin el cambullón, el barbusano, la talla o el millo? ¿Hubiéramos sobrevivido sin el bochinche y la papa? ¿Seríamos los mismos sin la guagua y el naife? En la lengua que hablamos está <<nuestro fecundo mestizaje>> que nos hace únicos. Más allá de consideraciones políticas, entre los elementos que definen a un país podríamos decir que son determinantes la lengua hablada, el paisaje y la literatura, sin olvidar en nuestro caso el mar que nos hace isleños. Como nos recuerda Ramón Trujillo en el preámbulo del libro de Marcial Morera <<el habla de una comunidad es su mayor riqueza porque es el único instrumento de conocimiento que posee>>. Las palabras dan forma a una realidad geográfica y definen a las personas que la habitan. El habla es el telar en el que se conforman los afectos, el pensamiento y la identidad individual y colectiva.

El Gobierno de Canarias ya tiene el Libro de estilo -- una guía de consulta sobre el buen uso de la lengua, tanto hablada como escrita-- que está dirigido a todos los miembros de la Administración. El manual, pensado por el asesor lingüístico Ramón Alemán, defiende el uso de la variedad canaria como vehículo de comunicación. También la Radiotelevisión Canaria tiene su Manual de estilo, elaborado por el filólogo Humberto Hernández, que incluye además pautas de ortología, esto es, normas convencionales de pronunciación y entonación. Sería bueno que los demás medios de comunicación hicieran suyos estos manuales, sobre todo los audiovisuales pues la prensa escrita, en general, ya viene trabajando con guías desde hace años. Pero también debieran tener su libro de estilo, y aplicarlo, el resto de instituciones tanto públicas como privadas: instituciones culturales y deportivas, colegios profesionales... Afirma Humberto Hernández que la Academia Canaria de la Lengua posee la autoridad, pero no el poder. Este pertenece a los medios de comunicación, a las redes sociales y a las empresas de publicidad a la vez que al sistema educativo, no tan influyente pero sí decisivo. Hablar canario, hay que subrayarlo, no es llenar de vulgarismos el discurso como hacen algunos malos humoristas que denigran la lengua y a los isleños. En sus clases Ramón Trujillo nos recordaba que en los años que vivió en América él nunca había dejado de pensar en canario para no perder definitivamente la identidad. Docentes, escritores, periodistas, investigadores, publicistas y todas las personas que tienen una presencia pública tienen, tenemos, una gran responsabilidad en el prestigio de la lengua que hablamos.  Que no se nos vaya el baifo.

Fundación Canaria Pancho Guerra

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