Se aplica al poderoso y al hombre de alma atrás, capaces de abusar despiadada e implacablemente del prójimo. (Ciertos ricos, ciertos caciques y todos los usureros, más otros sin tantos empujes, pero de semejante ralea, se dice en la isla que son unos caimanes. El Diccionario registra la figura, pero con un alcance algo diferente: "Persona que con astucia y disimulo procura salir con sus intentos." Del que arrienda una tierra de tomateros en el Sur, y cuando acaba la zafra, sobre canon se queda con la cosecha, porque el sudado labrantín ¡le debe dinero!, el isleño dice: "¡Fuerte caimán, caballeros!" Se cuenta en la isla de un telegrama famoso, puesto por cierto sujeto de esta patulea a un lobo de su misma camada. Pretendía engañarlo, embarcándolo, como capitalista, en un negocio de aparente garabato, pero con más trampa que una jiñera. El destinatario respondió con este otro mensaje, sequito como un palo: "Caimán no come caimán." Esto semejante al dicho: " ENTRE caló y calé no vale la Remanguillé").
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