Mejorar el aspecto físico por un cambio de ambiente o por una mejor alimentación. También convalecer con éxito de una dolencia grave y larga que arruine las carnes y los valores. Es, indudablemente, modificado por prótesis, el “pelechar” castellano, que vale por “comenzar a medrar, a mejorar de fortuna o a recobrar la salud”. “Pelechar quiere la vieja”, dice Pármeno a Celestina, en réplica a esta demanda suya de dinero: “¿Con qué pagarás a la vieja que hoy ha puesto su vida al tablero por tu servicio?”. No es este el sentido del EMPELECHAR isleño, que se refiere solo a mejoría física: “¿Qué tal van esos valores?” -preguntará el canario al amigo convaleciente que anda sus primeros inciertos y flacos pasos-. “Pues parece que estoy algo más empelechadito”. Y EMPELECHAR á el estudiante cuando retorna a su aldea y a los aires puros y a las comidas sustanciosas.

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